miércoles, 15 de diciembre de 2010

Albert Gonzales

Secretario de Justicia de EE.UU.

Enrique Galván-Duque Tamborrel
febrero / 2005

 

 Tras un agrio y extenso debate de tres días, el Senado federal de los Estados Unidos confirmó ayer, por 60 a 36 votos, el nombramiento de Albert Gonzales como 80o. secretario de Justicia de la nación, el primer hispano que ocupa ese cargo en la historia de Estados Unidos.

Tras su confirmación, Gonzales juró el cargo en una ceremonia privada en el Roosevelt Room de la Casa Blanca en manos del vicepresidente Dick Cheney, y ya tomó las riendas del Departamento de Justicia de aquel país. El presidente George W. Bush no escondió su alegría por esa ratificación.

Al final, seis demócratas votaron con los 54 republicanos para confirmar a Gonzales mientras los votos negativos, 36, fueron emitidos por demócratas, incluidas las dos senadoras de California, Dianne Feinstein y Bárbara Boxer.

El senador hispano de Colorado, Ken Salazar, fue uno de los seis demócratas que votaron a favor de Gonzales.

La candidatura de Gonzales dividió al Senado y puso a los demócratas ante la difícil decisión de votar en contra de quien ha pasado a ser el primer latino en encabezar el Departamento de Justicia.

Como el pasado martes y miércoles, los senadores demócratas que intervinieron en el pleno dijeron que se trataba de una situación difícil. De una parte, la historia de triunfo personal de Gonzales, desde su humilde niñez hasta graduarse de la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard, es ejemplo vivo del sueño americano. Por otra, en cambio, afirmaron que su historial jurídico, sobre todo como asesor legal de Bush, lo descalifican para el puesto.

El argumento central de los demócratas es que Gonzales evidenció falta de juicio al aprobar en agosto de 2002 un memorando que establecía que sólo los casos más severos de tortura no estaban permitidos por Estados Unidos y por acuerdos internacionales, lo cual fue interpretado como una implicación de que otros tipos de tortura eran aceptables siempre y cuando no se condujeran en Estados Unidos.

Gonzales también llegó a decir que algunas de las cláusulas de la Convención de Ginebra que rigen el trato de prisioneros de guerra están "obsoletas".

Asimismo, los críticos consideran que el haberse desempeñado como asesor legal de Bush crea un conflicto de intereses e impide que Gonzales tenga la independencia de criterio necesaria para implementar y hacer cumplir las leyes.

Los demócratas afirman que la interpretación de Gonzales sobre lo que es tortura generó una cultura de abuso en el trato a los prisioneros en Irak y a los sospechosos de terrorismo detenidos en la Base Naval de Guantánamo, Cuba. Eso a su vez ha puesto en entredicho al gobierno de Estados Unidos ante los ojos del mundo y pone en peligro a militares estadounidenses que puedan caer en manos enemigas.

"El señor Gonzales estuvo en el centro de la notoria decisión de la Administración de autorizar a nuestras fuerzas a cometer flagrantes actos de tortura en la interrogación de detenidos", dijo el veterano senador demócrata de Massachusetts, Edward Kennedy.

No obstante, algunos demócratas implicaron que había razones de tipo racial para oponerse a la confirmación de Gonzales.

"Me parece un error que esta Cámara permita el uso de la carta racial de ser hispano para destruir y erosionar las instituciones que tenemos aquí", dijo el demócrata Salazar, quien apoyó a Gonzales. Salazar criticaba la táctica republicana de poner en aprietos a los demócratas al insinuar que un voto en contra de Gonzales era un voto en contra de los inmigrantes hispanos.

Por otro lado, muchos observadores creen que los demócratas estaban tratando de evidenciar su oposición en bloque para evitar que Bush considerara nombrar a Gonzales a la Suprema Corte de Justicia de la nación, si surge una vacante. Si se diera el caso, Bush nombraría al primer latino para el alto tribunal.

El senador republicano de Pennsylvania, Rick Santorum, hizo una de las más extensas defensas de Gonzales, de quien dijo que es una persona seria y "brutalmente honesta", que siempre dice la verdad, aunque sean cosas que uno no quiere escuchar.

Dijo que era vergonzoso que el Senado tratara de achacarle la responsabilidad por actos de tortura que se cometieron en la cárcel de Abu Ghraib en Irak y en la Base Naval de Guantánamo en Cuba.

Y el miércoles, el otro senador hispano, Mel Martínez, de Florida, defendió a Gonzales, en español, desde el pleno del Senado y dijo que su confirmación "resonará" en toda la comunidad hispana de Estados Unidos.

En español dijo: "El juez Gonzales es uno de nosotros. El representa todos los sueños y las esperanzas que tenemos para nuestros hijos. Reconozcamos la importancia de este momento. No debemos permitir que la politiquería nos prive de este momento que nos llena de tanto orgullo. Apoyemos todos a Albert Gonzales.

Numerosas organizaciones hispanas apoyaron la nominación de Gonzales. Otras se opusieron.

Ayer la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (NALEO) señaló que "la confirmación de Gonzales marca un momento histórico para nuestra comunidad y para la tradición de los latinos de servir a nuestra nación en puestos públicos".

Acto seguido, NALEO expresó que espera que desde su nuevo cargo Gonzales "se comprometa a asegurar que todos los ciudadanos de Estados Unidos sigan participando de la democracia", implementando y abogando porque se reautoricen las secciones 5 y 203 de la Ley de Derecho al Voto de 1965.

Pero otros grupos, como el Fondo Mexicoamericano para la Defensa Legal y la Educación (MALDEF), se opusieron a Gonzales.

Con la aprobación de Gonzales, sólo queda pendiente la del juez Michael Chertoff como secretario de Seguridad Interna, uno de nueve nombramientos hechos por el Presidente para su segundo mandato.

En México en general causó buena impresión su designación, y obviamente su ratificación por el Senado estadounidense, pero me da la impresión de que se espera mucho de él, en cuanto al trato de la justicia estadounidense a nuestros conacionales, por el simple hecho de ser descendiente de mexicanos.  Se olvida que son precisamente los descendientes de mexicanos –una minoría si se quiere—los mas duros en su trato con los migrantes mexicanos, y más si son indocumentados.  En fin, con el paso del tiempo se verá.

 

 

 

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