martes, 14 de diciembre de 2010

El mundo de las maras

 

Enrique Galván-Duque Tamborrel
junio / 2005

 

 

GUATEMALA. — Detrás de los tatuajes que cubren los cuerpos de los pandilleros juveniles, existe una sofisticada estructura organizativa y jerárquica que rige a las maras, para profesar su propia religión: "vivir la vida loca".

No cuentan con líderes únicos e indiscutibles que orienten su accionar, y tampoco profesan adoración o respeto a ningún "dios todo poderoso", pero sí conducen su existencia bajo una filosofía cuyo principal fundamento es el desprecio a la vida... a la propia y a la de los demás.

"Eso de que nuestros jefes son los cholos de Los Ángeles, son pajas (mentiras)", explica "El Tor Trix", líder de una de las "clikas" (ramificación de las maras) más peligrosas y sanguinarias de la capital guatemalteca.

"Los Gánsters", como se denomina la "clika" que lidera el citado Tor Trix, es una de las más de 300 ramificaciones que tiene en Guatemala la Mara Salvatrucha.

"El Tor Trix" pasó a dirigir esa agrupación desde finales de 2003, cuando "El Chero", un pandillero de origen salvadoreño fundador de esa "clika", fue abatido a tiros en el norte de la capital a manos de un rival de la Mara 18.

Para convertirse en el sucesor de "El Chero", relata este pandillero de 23 años, le valió haber asesinado a "unos 18 batos  de la Mara 18 desde 2001, cuando se incorporó a "Los Gánsters", tras ser deportado de Los Ángeles, a donde viajó de forma ilegal y en cuya experiencia, se ufana, se "profesionalizó" en "vivir la vida loca".

"La neta  es que no cualquiera puede llegar a estar arriba. Para eso se necesita tener huevos, para que te respeten, te quieran y te cuiden", dice al explicar que su "clika" está organizada en 11 células distribuidas en igual cantidad de territorios en el norte de la capital guatemalteca.

 

Desde adentro

 

Cada célula tiene un jefe, nombrado por él y reconocido como tal por todos los "batos", que se encarga de garantizar que sus integrantes respeten los que quizá sean los únicos principios que para ellos valgan la pena: lealtad y solidaridad.

El peor delito que un pandillero puede cometer en perjuicio de la pandilla es abandonarla e integrarse a su archirrival, la Mara 18. Ese acto es considerado como "la máxima traición", y se paga con la vida, que se ejecuta sin mayor trámite y de forma despiadada.

Igual suerte corren aquellos que se atrevan a negar apoyo, droga, comida, dinero, protección o algo que esté a su alcance y que no proporcionen "de buena onda" a sus compañeros.

Y es que la mara es "como una hermandad", o como una secta religiosa en la que se les hace creer a sus integrantes que formar parte de ella los hace ser "diferentes" al resto de la gente, según "El Tor Trix", quien con estudios de bachillerato, cual tuerto en el país de los ciegos, sabe imponerse ante los "batos locos" como si de su líder espiritual se tratara.

Diferentes, pero tan transnacionales como la globalización misma, las maras han trascendido fronteras más allá de Los Ángeles, México y Centroamérica, y con la misma filosofía de vida han establecido "clikas" en países tan lejanos como Australia, Japón y Alemania, asegura "El Tor Trix".

Sus códigos de comunicación, lenguaje, estructura organizativa y filosofía de vida han llamado la atención de investigadores sociales que buscan "descubrir" sus significados y fundamentos, sin que hasta el momento, según el entrevistado, "le hayan entrado bien a nuestro rollo".

"Mira bato, el rollo aquí es sencillo: sólo se trata de vivir la vida... la vida loca. De vivir el día a día, de hacernos el paro (apoyarnos) entre todos los batos; el resto de la banda pela, de ellos tenemos que vivir nosotros y se tienen que aguantar".

Los presidentes centroamericanos se reunirán el próximo 29 de junio en Honduras, para, entre otros temas, definir una estrategia conjunta para combatir los peligros que para la seguridad de la región representan las temidas maras.

 



 

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