martes, 14 de diciembre de 2010

El truquito y la maroma, una lectura atípica del comportamiento de una sociedad en la actualidad

Querien Vangal
mayo / 2005

Detrás de la publicación del libro El truquito y la maroma, cocaína, traquetos y pistolocos en Nueva York, de Juan Cajas, existe tanto una experiencia de vida como el rigor académico necesario para abordar un tema del que se han hecho infinidad de estudios, siempre enfocados a sus orígenes y consecuencias, a los aspectos médicos y los daños que producen las drogas, pero nunca antes, analizando a los protagonistas, sus formas de organización y de vida.

La presentación de este material, coeditado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Editorial Porrúa y la Cámara de Diputados, dentro de la colección Conocer para decidir, se llevó a cabo en el Museo Nacional de Antropología (MNA).

Participaron Hilda Iparraguirre, investigadora de la Coordinación Nacional de Antropología; Elena Azaola, socióloga perteneciente al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y Víctor Alejandro Payá, psicólogo y catedrático de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.

Para Iparraguirre, la obra consiste en un aporte relevante y prácticamente único en torno al comportamiento de quienes intervienen en el largo y constantemente violento mundo de las drogas, tanto en Estados Unidos como en México, pues el trabajo de campo de Cajas se realizó en esos territorios.

"Hasta antes de este trabajo, no sabíamos nada de los narcotraficantes, de sus códigos, lenguaje, metodologías y formas de vida. Los estudios generados al respecto, se habían hecho desde diferentes puntos de vista.

"Pero nunca de esta manera, que comienza en la antropología y de manera natural, salta a la narrativa, sin perder nada del rigor académico con que inició. De ahí su importancia y valor académico, que además tiene la grata virtud de ser accesible a su lectura, pues se trata de un texto prácticamente novelado".

En su intervención Elena Azaola, señaló que los temas, las características y tipificaciones del sistema que los narcotraficantes emplean para llevar a cabo su comercio ilícito, son aportaciones interesantes para la comprensión de ese fenómeno.

"Pero lo son aún más los señalamientos de Cajas respecto a sus creencias y códigos de fe o de honor, pues éstos son los que verdaderamente marcan el desarrollo de sus 'carreras', de sus 'trabajos'. En el texto el lector encontrará que sus deidades son diferentes a las que conocemos, o en algunos casos, las mismas pero con significado distinto.

"Que palabras como Dios, dedos, vida, muerte e incluso mierda, estén cargadas de una connotación totalmente distinta a la que un persona de fuera de este 'mundo' del narcotráfico les puede dar, sirve para lo mismo, pero de una manera distinta. Cajas escudriña siempre desde la perspectiva de su profesión, estos caminos y nos los ofrece, ya transitados, como retratos de una vida que cada vez nos es menos ajena."

Víctor Alejandro Payá comentó a su vez, que con la investigación que realiza el autor de El truquito y la maroma, cocaína, traquetos y pistolocos en Nueva York, se crea una nueva teoría de lo nativo, en este caso, en relación a un tipo de población que no posee una tierra definida, y cuya identidad es la misma donde quiera que se encuentre, y que además posee un lenguaje que los define en personalidad y valores.

"Los personajes de Cajas hablan con toda la crudeza que este ambiente requiere, o contiene, y de esta manera nos lleva a lugares, a los que de otra manera, nos sería negado el acceso; nos deja ver, nos enseña rostros, actitudes, acciones las más de las veces violentas, el significado que los narcotraficantes le dan a sus vidas.

"Las personas que nos hablan, como lo hicieron con él, se comunican con modismos, malas y buenas palabras que gracias a la investigación de Cajas podemos entender –en inclusive coinciden con la propia manera de hablar del autor, que es en ocasiones de un estilo bastante bragado -, lo que se convierte en una más de las virtudes del libro".

Por ello, El truquito y la maroma, cocaína, traquetos y pistolocos en Nueva York, constituye una contribución original para la comprensión del intricado problema del narcotráfico y su relación con la sociedad contemporánea.

En dicho texto, el autor, antropólogo de oficio, se sumergió en el violento submundo de los traficantes de drogas y, desde ese particular campo de observación, reconstruyó paisajes importantes de la subcultura del narcotráfico en la ciudad estadounidense de Nueva York: la imaginaria capital del orbe posmoderno.

Con este libro el autor, erudito e irreverente, hace gala de destreza narrativa, atrapa al lector con un texto intimista y despiadado, sin concesiones. De su pluma emerge una provocadora y contumaz lectura antropológica sobre la condición humana, tomando como punto de apoyo analítico sus ricos datos etnográficos.

Acerca de esta obra, Cajas comentó que sus páginas son la bitácora de un viaje, "la memoria de una expedición antropológica al interior de Nueva York, la moderna capital del siglo XX, el faro mítico en la cartografía imaginaria de los traficantes colombianos de drogas, los que le 'ganaron a la vida': puerto utópico del Sudamerican dream.

"Es un inventario de incertidumbres colectivas y violencias asociadas al negocio del narcotráfico, el consumo de drogas adulteradas y al nudo gordiano de la prohibición. Espejo del caos.

"Pasaje la acto de una crisis de cultura y de civilización, cuya forma más visible es la emergencia de ciudadanías forjadas en el yunque del miedo, la gran antítesis del modelo democrático".

Para Cajas, el libro El truquito y la maroma, cocaína, traquetos y pistolocos en Nueva York, expone cómo la geografía del narcotráfico y la experiencia anímica, compulsiva de los individuos, no reconoce fronteras, es un fenómeno global, inscrito en la gramática del caos, el desorden social y la incertidumbre.

El libro tiene como escenario la ciudad de Nueva York, aunque la singularidad del tema y el periplo clandestino de los informantes llevó al autor a indagar en otros territorios. El resultado es un diálogo sin concesiones, una mirada subterránea, dotada de antihéroes reales: traquetos y pistolocos, violentos protagonistas de vidas reventadas.

Iconos referenciales en la construcción de una antropología de la incertidumbre y lo prohibido. "Sujetos de carne y hueso, cuya actividad, el tráfico de drogas ilegales, obliga a preguntarnos acerca de los límites y beneficios de la prohibición.

Esa invención jurídica del puritanismo estadounidense, que al legislar en nombre del Leviatán terapéutico y de la moral, que coadyuvó a la construcción del narcotráfico.

"Somos rehenes de la interdicción: víctimas de una 'guerra santa' que escapa a la lógica militar, e instala a los individuos en una cultura del miedo, cuya base radica en el temor ciudadano al narco-poder de grupos irregulares que lucran con el placer prohibido. Por razones obvias, he eliminado nombres, sustituido alias y lugares; sólo hemos conservado algunos nombres que son del dominio público".

          

 

 

                                                                                                                      

 

 

 

 

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