miércoles, 15 de diciembre de 2010

Filón de oro


Enrique Galván-Duque Tamborrel
febrero / 2005

 

Los latinos decían: "el hambre de oro", auri fames; nosotros,
más enérgicamente, decimos: "la sed de oro".  La sed, en efecto,
es una necesidad más violenta, y cuya satisfacción lleva a veces
a la embriaguez. (
De L'espirit d'Alphonse Karr)

 

Dos preguntas que todos hoy se hacen, sin respuestas convincentes, son cuándo el precio del petróleo se bajará de las nubes y hasta cuándo el mundo podrá contar con petróleo abundante.

Una tercera, también sin contestar es: ¿cuáles serán las principales fuentes de energía que se utilizarán dentro de 50 u 80 años?

Lo que sí saben científicos y expertos es que no parece que el petróleo vaya a volver nunca al precio de principios de 2003, y que éste se va a acabar sin remedio, tal vez en la primera mitad de este siglo.

Voy a compartir con usted algunos datos elocuentes. El Centro de Análisis de Agotamiento del Petróleo (ODAC) afirma que en los próximos cinco años se elevará la producción en unos 12.5 millones de barriles diarios, en 68 nuevos yacimientos, pero que ello no será suficiente para satisfacer la demanda mundial.

La propia entidad dice que México anunció que su yacimiento de Cantarell, el mayor fuera de la costa en el mundo, alcanzará en 2006 su máximo pico, pero luego comenzará a declinar. Los consultantes de la firma HIS Energy aseguran que el 85% del petróleo mundial descubierto ya está en explotación y que los nuevos hallazgos están descendiendo desde 1980. O sea, el petróleo barato ya se acabó y el caro también se va a terminar.

Esta situación es, paradójicamente, una excelente noticia para los países en desarrollo, pues el alto precio y la amenaza de agotamiento forzarán desde ahora la búsqueda de fuentes energéticas renovables, abundantes en el Tercer Mundo.

Lo cierto es que el comercio de productos de energía renovable está creciendo, sobre todo los combustibles de origen vegetal —como el biodiesel y bioetanol—, los molinos de viento y los paneles solares.

El gobierno de Malasia anunció que desde marzo próximo los automovilistas tendrán que sustituir el uso de la gasolina diesel por un derivado de aceite de palma y de petróleo-biodiesel. Con ello el país ahorrará dinero. Además, es un producto no tóxico, renovable, que equilibra las emisiones de dióxido de carbono.

India, Malasia y Sudáfrica tienen los mercados nacionales más grandes de biodiesel y un gran potencial de exportación. También México, Tailandia, Filipinas, Indonesia y Uruguay se perfilan como exportadores.

China, Brasil e India ya producen energía renovable, un mercado que ya alcanza un valor mundial anual de 4,000 millones de dólares. En este campo, las naciones en desarrollo son más atractivas debido a sus más bajos costos de producción.

En fin, que se abre ante los países en desarrollo un verdadero filón de oro que podría convertirlos en potencias energéticas de ese planeta del futuro, que aún no podemos imaginarnos bien los actuales terrícolas.  Pero cuidado, porque también se convierten en objetivo codicioso para los países poderosos; además, ante la creciente demanda surgen los conflictos y hay que recordar que el hilo se revienta siempre por la parte más delgada, y nosotros somos una fracción de esa parte.  Lamentablemente este es el sino de la humanidad. Cuando el gozo se va al pozo mejor es que Dios nos agarre confesados.

 

 

 

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