domingo, 12 de diciembre de 2010

Orgullosamente mexicano

 

Enrique Galván-Duque Tamborrel
septiembre / 2005

Es sábado 10 de septiembre por la mañana y el Este de Los Ángeles está de fiesta. En la intersección de la avenida César Chávez y la calle Lorena, lugar conocido como "Los Cinco Puntos", las calles se cierran y los ojos y los corazones se abren: el desfile de la Independencia de México va a comenzar.

Dos niñas se miran al espejo; hoy se permite usar maquillaje, así que se retocan los labios y se ajustan las trenzas; una de ellas "plancha" con las manos el maguey pintado sobre su vestido.

Del otro lado de la acera, el senador Gil Cedillo saluda al concejal Eric Garcetti, quien se acomoda en el auto descapotable que lo llevará durante el desfile. José Huízar, presidente de la Junta Escolar del Distrito Escolar de Los Ángeles, acomoda las banderas de su auto: una mexicana de un lado, una estadounidense del otro. Un anciano le saca brillo a su trombón; un charro le peina la crin a su caballo, y una chica vestida de "adelita" se arrodilla para arreglar los cables de una bocina. Todo tiene que salir perfecto.

En tanto, en los alrededores del Parque Belvedere, la gente acomoda sillas plegables e improvisa almuerzos bajo las sombrillas para cubrirse del sol, mientras al fondo se escucha una melodía entonada por Paquita la del Barrio. Un grupo de jovencitas platica en inglés, pero cuando se acercan los primeros caballos con la bandera mexicana, el grito sale al unísono y sin pensar: "¡Viva México!".

Ondeando las tres banderas tradicionales, la mexicana, la estadounidense y la de California, el primer contingente, a caballo y con jinetes vestidos de charro, marca la apertura del desfile. Una banda de música rompe el aire con el sonido de trompetas y tambores. La gente se transforma. La abuela aplaude al paso de los que marchan, con ojos vidriosos que transparentan un cúmulo de recuerdos. Un vendedor ambulante "hace su agosto" en septiembre; la gente le compra cintas tricolores con la palabra "México", y se las pone en la frente, en la cintura y un poquito en el alma.

Lisette Flemati, la señorita Fiestas Patrias de este año, ondea una banderita mexicana y la gente le corresponde. Al igual que a las bandas de guerra de El Monte o a la de Tijuana; las fronteras se borran, y en ese momento todos somos mexicanos. Hasta el alcalde de la ciudad, Antonio Villaraigosa.

Aunque cuenta con un carro antiguo convertible con su nombre en un costado, Villaraigosa hace el recorrido a pie; lanza besos, saluda de mano, sonríe con franqueza. "Va para gobernador, ¿verdad?", le dice un hombre. "Porque ya no queremos a Arnold", añade una mujer. El alcalde sólo sonríe. Del otro lado de la calle un hombre, con llana familiaridad, simplemente le grita: "¡Viva Toño Villaraigosa!".

Pero para algunos, sobre todo los más viejos, nada más familiar que la melodía que acompaña a la Danza de los Viejitos, de Michoacán. Atrás, con sus trajes brillantes, vienen los chinelos de Puebla. Y para los más jóvenes, un grupo de chicas con traje norteño, avanza zapateando y "echando el lazo" con habilidad.

Para los bomberos, un aplauso. Para el comediante Sergio Corona, quien porta el uniforme del equipo de futbol de las Chivas de Guadalajara, algunos abucheos de los que le van al América; aunque para la camioneta de las "chivitas USA", las animadoras oficiales del equipo, sólo hay piropos y silbidos de admiración. Pero para todos, los que marchan y los que ven el desfile pasar, hay un solo sentimiento: el del orgullo y la alegría de ser mexicano aun en esta tierra, donde sólo por esta ocasión, una camioneta de la oficina del Sheriff lleva ondeando una bandera mexicana.

Como cada año, miles de espectadores compartieron la alegría del Desfile de Independencia del Este de Los Ángeles con actores, músicos y personalidades de la vida política de la ciudad y el estado.

La actriz mexicana Verónica Castro, nombrada Gran Mariscal del evento, el diseñador de moda Mitzi y el comediante Sergio Corona, fueron los que más atrajeron la atención; pero en distintos momentos, otras personalidades despertaron interés y alguno por ahí se ganó un aplauso.

Gloria Molina, supervisora del condado; las congresistas Hilda Solís y Lucille Roybal-Allard; los concejales Eric Garcetti y Tony Cárdenas; el senador Gil Cedillo y Christine Chávez, nieta del luchador social César Chávez, aprovecharon la ocasión para acercarse a la gente de ese barrio.

El cónsul de México en Los Ángeles, Rubén Beltrán, realizó a pie todo el recorrido, acompañado del personal de esa sede diplomática. Representaciones de los estados de Baja California, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Sinaloa, Veracruz, Yucatán, Zacatecas y la Federación México Unido, hicieron presencia en el evento, así como una delegación de la ciudad de Santa Ana y reinas de belleza de Honduras, Venezuela, Puerto Rico.

El alcalde de la ciudad, Antonio Villaraigosa, fue tal vez uno de los más entusiastas durante el recorrido. "Me siento muy contento; este es mi barrio, yo viví unas cuadras hacia allá", comenta mientras señala al norte. "Es el décimo año que participo en este desfile; primero lo hice como asambleísta, después como concejal, pero hoy es mi primer año como alcalde y eso lo hace especial para mí".

 

 

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