jueves, 16 de diciembre de 2010

También en San Juan hace aire

El acero y el desempleo en EE. UU.

Enrique Galván-Duque Tamborrel
marzo / 2005

 

Es tanto lo que se dice que cuando en Estados Unidos sopla una brisa en México sopla un huracán, que ante cualquier vaivén en su economía hay que estar preparados para un fuerte sacudimiento en la nuestra.  

Un serio problema que hoy tiene la industria manufacturera de EU para reanimar al fin sus exportaciones es el de los elevados precios del acero.

Hace unos días la Asociación de Fabricantes de Motores y Equipamientos de EU (MEMA), que agrupa a 700 compañías y casi un millón de trabajadores, reportó que cinco empresas ya han quebrado y miles de obreros han sido despedidos a causa del alto costo del acero.

En enero último, el precio promedio de una tonelada en EU subió en un 66% con respecto a junio pasado, y se colocó en 482 dólares, según un estudio de la firma Meps International.

MEMA, que contribuye hasta con un 70% en los componentes de los automóviles y camiones que circulan en EU, asegura que el acero caro la golpea muy duro.

Esto es grave, pues los fabricantes de automóviles, que ya tienen dificultades para subir sus ventas, verían empeorar la situación si tienen que subir los precios por la carestía del acero.

Aunque en un principio una causa del alza de los precios fueron las tarifas contra el acero importado decretadas por el presidente Bush en 2002, para proteger a la siderurgia estadounidense de la competencia extranjera, lo cierto es que luego de suspender dichos recargos aduaneros, en diciembre de 2003 los precios continuaron subiendo.

Creo que una de las causas básicas es el espectacular aumento del consumo en China, cuya demanda creció el año pasado en 38 millones de toneladas, el mayor salto registrado nunca en el mundo y equivalente al consumo combinado de Canadá y México.

Otro factor es el mayor consumo en EU debido al repunte de la economía. Además, un incendio en una mina de hulla —se utiliza en la fabricación de acero— de Virginia en 2003 redujo la producción siderúrgica del país. También la caída del dólar ha encarecido las importaciones. O sea, a corto plazo no se vislumbra una baja del precio del acero.

En el otro lado de la moneda —en economía siempre hay ganadores y perdedores— se hallan los fabricantes de acero que, en cambio, registraron en 2004 incrementos de ganancias del 60%, o más, y llegaron a utilizar su enorme capacidad instalada en un 94%, contra el 79% en 2001, según datos de MEMA.

Para 2005, algunos expertos creen que se podrá utilizar al tope el 100% de la planta siderúrgica instalada en EU, algo casi inaudito.

En fin, el panorama es complicado y apunta a ponerse peor, pues aquí los ganadores son mucho menos que los perdedores —en primer lugar la industria manufacturera—, quienes podrían obligar a los consumidores a pagar los platos que no rompimos.

 



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