jueves, 16 de diciembre de 2010

"Tsunami"

Cuando el mar se viene encima

Enrique Galván-Duque Tamborrel
marzo / 2005

"Tsunami" es un término de origen japonés -"tsu" significa puerto y "nami" ola- adoptado en 1963 para designar a las enormes olas que se producen principalmente por terremotos.

Los volcanes, meteoritos, derrumbes costeros o subterráneos e, incluso, explosiones de gran magnitud pueden también provocar "tsunamis", si causan el desplazamiento de forma violenta de una gran cantidad de agua.

El "tsunami" está formado por varias olas que llegan a la costa separadas entre sí por unos 15 o 20 minutos.

La primera que llega no suele ser la más alta, sino que es muy parecida a las normales, después se produce un impresionante descenso del nivel del mar seguido por la primera ola gigantesca y a continuación por varias más.

Antiguamente se denominaban "marejadas", "maremotos" u "ondas sísmicas marinas", pero estos términos han ido quedando obsoletos, ya que no describen adecuadamente el fenómeno.

Los dos primeros implican movimientos de marea, que es un fenómeno diferente y que tiene que ver con un "desbalance" oceánico provocado por la atracción gravitacional ejercida por los planetas, el sol y especialmente la luna.

Para que un terremoto origine un "tsunami" el fondo marino debe ser movido abruptamente en sentido vertical, de modo que el océano es impulsado fuera de su equilibrio normal.

Cuando esta inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se generan las olas. El tamaño del "tsunami" estará determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo marino.

No todos los terremotos generan "tsunamis", sino sólo aquellos de magnitud considerable, que ocurren bajo el lecho marino y que son capaces de deformarlo.

Aunque cualquier océano puede experimentar un "tsunami", es más frecuente que ocurran en el Océano Pacífico, cuyas márgenes son más comúnmente asiento de terremotos de magnitudes considerables (especialmente las costas de Chile y Perú y Japón).

Además el tipo de falla que ocurre entre las placas de Nazca y Sudamericana, llamada de subducción, esto es que una placa se va deslizando bajo la otra, hacen más propicia la deformidad del fondo marino y por ende los "tsunamis".

Sin embargo, también se han registrado "tsunamis" devastadores en los Océanos Atlántico e Indico, así como el Mar Mediterráneo.

Un gran "tsunami" acompañó los terremotos de Lisboa en 1755, el del Paso de Mona de Puerto Rico en 1918 y el de Grand Banks de Canadá en 1929.

Existen escalas de magnitud y de intensidad para describir la energía de los "tsunamis", al igual que los terremotos, pero en este caso su clasificación se basa fundamentalmente en las manifestaciones en la costa.


LA TRAGEDIA

Un fuerte sismo localizado en las costas de la isla indonesa de Sumatra causó más de doscientos mil muertos en siete países del sudeste asiático. Un nuevo golpe de este azote de la naturaleza que ha causado un millón y medio de muertes en el último siglo y que en esta ocasión ha sido especialmente cruento por el temido fenómeno de las "tsunamis", olas gigantes que arrasan las costas.

El domingo 26 de diciembre, exactamente un año después del temblor que asoló la ciudad iraní de Bam, el terremoto de Sumatra, de 8,9 grados en la escala de Ritcher, se cebó en India y Sri Lanka (una isla de 65.000 kilómetros cuadrados), donde las cifras de muertos superaban las decenas de miles en cada país, con numerosas zonas anegadas por las aguas.

Las áreas costeras de Tailandia, Malasia, Maldivas y Bangladesh también resultaron afectadas por el terremoto, que se produjo a las 00.59 GMT y cuyo epicentro fue ubicado en la costa oeste de Sumatra, a 1.605 kilómetros de Yakarta y 40 kilómetros de profundidad.

El terremoto llevó por tanto asociado un fenómeno que en Japón conocen y temen bien por sus efectos devastadores y al que han dado el nombre por el que se conoce en todo el mundo: "tsunamis", que en japonés significa literalmente "olas del puerto". Las "tsunamis" se producen mayoritariamente a lo largo del denominado Círculo de Fuego, una zona de volcanes con importante actividad sísmica de 32.500 Km. de longitud que rodea el océano Pacífico.

El Observatorio Sismológico del Sur-occidente, en Colombia, señala a las "tsunamis" como "uno de los fenómenos naturales más peligrosos, grandes olas marinas generadas por desplazamientos súbitos del agua durante terremotos, erupciones volcánicas, deslizamientos, etc. La gran mayoría y los más grandes ocurren en el Océano Pacífico, causados por terremotos de magnitudes altas en las zonas de subducción (con excepción de eventos causados por las muy escasas erupciones volcánicas gigantes, como Krakatoa 1883)".

Lo cierto es que un "tsunami" puede viajar cientos de kilómetros por alta mar y alcanzar velocidades en torno a los 750 Km./h. La ola va creciendo progresivamente según se acerca a tierra, y puede llegar a convertirse en un muro de agua de 15 metros al llegar a las aguas poco profundas de la costa, causando estragos en esa zona e inundando áreas del interior. Este fenómeno está formado por varias olas que llegan separadas entre sí por unos 15 o 20 minutos, y lo que le hace muy peligroso es que la primera que llega es muy parecida a las normales. Se acompaña con un gran descenso del nivel el mar, aparentando una calma que precede a la llegada de las olas gigantes.

En las dos últimas centurias Mesoamérica ha sido impactada por nueve "tsunamis" destructivos, siete de los cuales tuvieron origen en el Pacífico.

El mayor registrado en la historia se dio en 1737 en la península de Kamchatka (en el extremo oriente ruso) y llegó a contar con olas de 70 metros de altura.


¿Cómo predecir los Tsunamis?

La predicción de este tipo de catástrofes es un viejo sueño de los científicos de todo el mundo y precisamente hace poco más de un año, Estados Unidos y Canadá iniciaron la puesta en marcha del mayor observatorio marino del mundo que, según los expertos, vaticinará terremotos y "tsunamis".

El denominado Proyecto Neptuno es un esfuerzo conjunto de la Universidad de Washington y la Universidad de Victoria, en Canadá, y permitirá "la predicción de terremotos por décimas de segundos, tiempo suficiente para apagar plantas de gas y electricidad y, por lo tanto, para evitar grandes catástrofes", dijo el director del programa en Estados Unidos, John Delaney.

Este proyecto científico desarrollará un observatorio marino mediante un sistema de fibra óptica. "Pero lo más importante es que se va a transmitir información las 24 horas del día desde las profundidades marinas, lo que permitirá una forma de estudio del océano nunca antes vista", añadió el experto.

Delaney, profesor de Oceanografía en la Universidad de Washington y especialista en Geología Marina, aseguró que este observatorio marino también predecirá movimientos sísmicos terrestres en todo el mundo, desde Chile hasta Japón.

La primera etapa del proyecto consiste en la instalación de un sistema de 30 laboratorios submarinos conectados por más de 3.000 kilómetros de cables de fibra óptica alrededor de la placa tectónica Juan de Fuca.

Esa placa se ubica en aguas continentales de los estados norteamericanos de Washington y Oregón y la provincia canadiense de LA Columbia Británica. La red de fibra óptica contará con entre 30 y 50 puntos de recogida de datos, gracias a instrumentos y vehículos submarinos robotizados.

"Igual que la invención del satélite cambió la forma en como percibimos la superficie terrestre, este programa cambiará nuestra percepción de los océanos y nos va a permitir comprender claramente cómo funcionan los ecosistemas marinos", dijo a EFE el director del capítulo canadiense del proyecto, Chris Barnes.

Una vez que el proyecto entre en funcionamiento, señaló Barnes, cualquier persona en el mundo que tenga acceso a la Internet podrá entrar a la página Web del proyecto (www.neptune.washington.edu/ o www.neptunecanada.ca/index.html) en la que se transmitirá permanentemente información en tiempo real proveniente de las profundidades oceánicas.

"Tanto estudiantes como profesores en escuelas y universidades de todo el mundo, así como científicos e investigadores, tendrán acceso a las imágenes recogidas por el sistema de fibra óptica", indicó Valerie Poulin, portavoz de la Fundación Canadiense para la Innovación, una de las organizaciones que financia el proyecto.

Lo que el proyecto Neptuno va a lograr es llevar la Internet hasta las profundidades del mar y la información que se obtenga se almacenará en un banco de datos.

En un futuro, la información disponible permitirá predecir terremotos y "tsunamis", encontrar pozos submarinos de petróleo y controlar las fronteras marítimas con fines de seguridad, agregó Barnes.

Se calcula que toda la red de fibra óptica y los aproximadamente 30 laboratorios submarinos estarán completamente instalados para 2008.

Acuerdan expertos establecer sistema de alerta rápida contra Tsunamis

Delegados de 150 países acordaron en la ciudad japonesa de Kobe establecer un sistema de alerta rápida contra tsunamis en el Océano Indico, que quedará listo en 12 o 18 meses, a fin de reducir el número de víctimas por esos desastres.

En el tercer día de sesiones de la Conferencia Mundial sobre Reducción de Desastres, los países donantes y las naciones afectadas por el reciente tsunami urgieron a las Naciones Unidas a comenzar de inmediato los trabajos para establecer ese tipo de sistema.

Las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aseguraron, por su parte, que están preparadas para comenzar a trabajar y que un sistema básico podría estar listo de 12 a 18 meses.

Los participantes en la sesión destacaron la responsabilidad que tiene la ONU en coordinar el sistema de alarma rápida en el Océano Indico y la importancia de continuar el diálogo regional e internacional.

El plan establece la creación en una primera etapa de un sistema de vigilancia de tsunamis en la región del Indico, que deberá empezar a funcionar antes de medio año, para después establecer una red más amplia a mediano plazo, que costaría unos 30 millones de dólares.

En su etapa inicial, el proyecto para construir el sistema de alerta temprana estará a cargo de la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, Ciencia y Educación (UNESCO) y contará con ayuda financiera de la Unión Europea (UE), Japón y otros países.

Lo que aún debe decidirse es quién contribuirá a qué exactamente, ya que se necesitará una sofisticada red de boyas ancladas en el fondo oceánico, vinculadas con un centro de comunicaciones regional.

Estados Unidos, Alemania, Australia, China e India ofrecieron su tecnología y apoyo financiero para poner en marcha el sistema, mientras Japón acordó apoyar con recursos económicos y humanos, así como proveer cobertura con información de sus propios sensores.

Los asistentes a la conferencia reconocieron la urgente necesidad de establecer el sistema de alerta, que de haberlo tenido antes del pasado 26 de diciembre miles de vidas pudieron haberse salvado.

Los expertos autores del proyecto subrayaron la necesidad de utilizar la experiencia del sistema de alerta rápida en el Océano Pacífico, creado por la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO en 1965, tras el terremoto en Chile.

En la sesión, que llevó el título "Desastre en el Océano Indico: Reducción de Riesgos para una Mayor Seguridad en el Futuro", los representantes de los países afectados por el tsunami ofrecieron ayuda financiera, tecnología y capacitación.

Por su parte, el coordinador de operaciones de emergencia de la ONU, el noruego Jan Egeland, se congratuló por la respuesta rápida y generosa de los países donantes en enviar ayuda a las naciones devastadas, en especial a Indonesia.

Métodos ancestrales salvan de tsunamis a tribus primitivas indias

Gracias a sistemas ancestrales de detección de cambios en la naturaleza, las seis tribus primitivas que habitan las islas de Andaman y Nicobar sobrevivieron a los tsunamis que han asolado el Sudeste Asiático.

Los aborígenes del archipiélago indio de Andaman y Nicobar, situado en el Golfo de Bengala, sabían que un desastre iba a ocurrir en la zona, según V.R. Rao, director de la Inspección Antropológica de la India (ASI), informó la agencia local de noticias PTI.

"Los tribales perciben un peligro inminente a través de señales biológicas como el canto de los pájaros y el cambio en los patrones de conducta de los animales marinos", afirmó Rao.

Según Rao, los aborígenes se adentraron en los bosques del interior de la isla en busca de seguridad y por eso no ha habido víctimas entre las comunidades de los jarwas, onges, shompens, sentenaleses y gran andamaneses. Estas tribus datan del alto paleolítico y del mesolítico, por lo que tienen una antigüedad de entre 20.000 y 60.000 años.

La tribu de los nicobareses sin embargo, que data del neolítico (hace entre 5.000 y 7.000 años) y que habita en 12 de las islas del archipiélago indio, incluyendo la devastada Car Nicobar, sí han perdido a varios de sus miembros.

La agencia de noticias india PTI indicó que al menos 656 nicobareses han fallecido en la catástrofe y que unos 3.000 de éstos aborígenes se encuentran desaparecidos, pero dado que este grupo tribal está compuesto por cerca de 30.000 personas, a pesar de las grandes pérdidas humanas, su supervivencia no estaría amenazada.

Otros grupos tribales son mucho más pequeños, como los shompenes, la única tribu mongoloide de la región, que tiene una población de unas 200 personas, o los jarwas, que son unos 270, y la tribu de los onges, formada por tan solo unas 100 personas, lo que había hecho temer a la ASI por su supervivencia.

Durante la pasada semana la ASI ha estado trabajando para evaluar el daño causado a estas tribus, algunas de ellas hostiles al contacto exterior, que considera "el eslabón perdido con las civilizaciones tempranas".

Rao informo de que "las áreas del los jarwas y los shompens están intactas" puesto que estas tribus habitan en los bosques del interior, y mostró su preocupación por la situación de los sentenaleses, ya que las olas gigantes han dejado muy dañadas las reservas marítimas que sirven de subsistencia a esta comunidad.

"El surgimiento de tierra en la isla de Sentenel Norte no permite a los sentenaleses recoger los recursos marítimos. Los equipos de asistencia tendrán que concentrarse en este aspecto" agregó el director de la ASI.

Esta organización ha propuesto que se estudien y documenten de inmediato los conocimientos ancestrales que han ayudado a los tribales a detectar la catástrofe, para que otras poblaciones costeras puedan usarlos en el futuro.

"Hemos propuesto al Gobierno central que inicie inmediatamente la documentación de estos sistemas y de los cambios geomorfológicos provocados por los tsunamis, ya que ahora estos conocimientos están aún recientes en la mente de los tribales" afirmó el director de la ASI.

"Los antropólogos han estado estudiando estos aspectos durante mucho tiempo, pero la cuestión es documentar de forma apropiada todos estos conocimientos y encontrar la manera de crear una base de recursos nacional desde la que se puedan poner en marcha sistemas de alerta de riesgos en las costas", añadió Rao.

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