jueves, 16 de diciembre de 2010

La Orden de los Siervos de Santa María Virgen

 

Enrique Galván-Duque Tamborrel

Febrero / 2005

 

"Si vis perfectus esse, vade, vende quæ habes et
da pauperibus ey habebis thesaurum in cœlo »

(Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que posees
y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo)



El día 17 de febrero se celebró la fiesta en memoria de los Siete Santos que fundaron la Orden de los Siervos de Santa María Virgen.

Según la tradición hubo siete hombres, muy respetables y honorables, a los que nuestra Señora unió, a manera de siete estrellas, para iniciar la Orden suya y de sus siervos. Los siete nacieron en Florencia; primero llevaron una vida eremítica en el monte Senario, dedicados en especial a la veneración de la Virgen María. Después predicaron por toda la región toscana y fundaron la Orden, aprobada por la Santa Sede en 1304. Se celebra su memoria el 17 de febrero, porque ese día del año de 1310, según se dice, murió San Alejo Falconieri, que fue uno de los siete.

En la Monumenta Ordinis Servorum Beatae Maríae Virginis se lee lo siguiente respecto del estado de vida de los Siervos de Santa María Virgen: "Cuatro aspectos pueden considerarse por lo que toca al estado de vida de los siete santos fundadores antes que se congregaran para esta obra. En primer lugar, con respecto a la Iglesia. Algunos de ellos se habían comprometido a guardar virginidad o castidad perpetua, por lo que no se habían casado; otros estaban ya casados; otros habían enviudado.

En segundo lugar, con relación a la sociedad civil. Ellos comerciaban con las cosas de esta tierra, pero cuando descubrieron la piedra preciosa, es decir, su Orden, no sólo distribuyeron entre los pobres todos sus bienes, sino que, con ánimo alegre, entregaron sus propias personas a Dios y a su Señora, para servirlos con toda fidelidad.

El tercer aspecto que debe tenerse en cuenta es su estado por lo que se refiere a su reverencia y honor para con su Señora. En Florencia existía, ya desde muy antiguo, una sociedad en honor de la Virgen María, la cual, por su antigüedad y por la santidad y muchedumbre de hombres y mujeres que la formaban, había obtenido una cierta prioridad sobre las demás y, así, había llegado a llamarse "Sociedad mayor de nuestra Señora". A ella pertenecían los siete hombres de que hablamos, antes de que llegaran a reunirse, como destacados devotos que eran de su Señora.

Finalmente, veamos cual fuera su estado en lo que mira a su perfección espiritual. Amaban a Dios sobre todas las cosas y a él ordenaban todas sus acciones, como pide el recta orden honrándolo así con todos sus pensamientos, palabras y obras.

Cuando estaban ya decididos, por inspiración divina, a reunirse, a lo que los había impulsado de un modo especial su Señora, arreglaron sus asuntos familiares y domésticos, dejando lo necesario para sus familias y distribuyendo entre los pobres lo que sobraba. Finalmente buscaron a unos hombres de consejo y de vida ejemplar, a los que manifestaron su propósito.

Así subieron al monte Senario, y en su cima erigieron una casa pequeña y adecuada, a la que se fueron a vivir en comunidad. Allí empezaron a pensar no sólo en su propia santificación, sino también en la posibilidad de agregarse nuevos miembros, con el fin de acrecentar la nueva Orden que su Señora había comenzado valiéndose de ellos. Por lo tanto, comenzaron a recibir nuevos hermanos y, así, fundaron esta Orden. Su principal artífice fue la gran fe en su Señora, que quiso que estuviera cimentada en la humildad, que fuese edificada por su concordia y conservada por su pobreza.

 



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