jueves, 16 de diciembre de 2010

Sistema global


Enrique Galván-Duque Tamborrel
marzo / 2005

 

 

Hace muchos años que el hombre depende completamente de su trabajo para poder sobrevivir. En la antigüedad, el hombre se dedicó principalmente al comercio, pero desde la Revolución Industrial surgieron máquinas sofisticadas que simplificaron los procesos de producción, y con ello también la necesidad de contratar personal responsable que las operara. En esos días, una persona que trabajaba en una fábrica garantizaba trabajo para toda su vida.

Pero las cosas han cambiado. Ahora pertenecemos a un sistema económico global en el que las reglas ya no dependen de un solo gobierno, persona o empresa; a las compañías las amenaza un mercado cambiante y la competencia con otras firmas que fabrican productos similares, se ven obligadas a mejorar sus productos o bajar sus precios.

La aparición de nuevos recursos tecnológicos, financieros y humanos son factores que se utilizan para garantizar la permanencia de las empresas en el mercado, lo que obliga a los empleados a actualizarse día con día para asegurar el puesto.

Bajo esta dinámica, los propios empleados han creado una serie de mitos sobre los factores que determinan su contratación dentro de las empresas. Esos mitos hacen caer a muchos en el error y desactivan sus energías en momentos en los que, por el contrario, se deben emplear más la visión emprendedora.  Los tabúes:

§  Trabajar más de ocho horas diarias demuestra que soy responsable.

§  Mantener una buena relación con mi jefe para que sea incapaz de despedirme.

§  Si pido aumento de sueldo es probable que me corran.

§  Nunca despedirán a un empleado del cual dependa un área o departamento.

§  La antigüedad en una empresa garantiza mi permanencia.

§  El gasto que efectúe la empresas en mi capacitación le impide prescindir de un empleado.

§  Haber pasado tantos cambios en la compañía hace imposible que me despidan.


Sin embargo, pocas veces se reflexiona sobre las necesidades que enfrentan las empresas en la actualidad, así como nuevas tendencias de competitividad. Por ejemplo:

§  La compañía tomó la decisión de fusionarse con otra y, para evitar la duplicidad de puestos, decidió cerrar algún área.

§  La empresa cambió su estrategia para asegurar su permanencia en el mercado y algunos puestos ya no se necesitan.

§  Por motivos económicos, la firma recortará su fuerza laboral.

§  El negocio reubicará sus instalaciones en otro estado o país.

 

Casi cualquier empleado se cree una pieza indispensable para el buen desempeño de la organización, pero cuando se da cuenta de que la empresa enfrenta una situación difícil, comienzan las suposiciones sobre su futuro. Algunos fantasmas que acechan a los empleados son los siguientes:

§  Las empresas no contratan a personas que han sido liquidadas.

§  Las personas son despedidas porque no cumplieron correctamente con su trabajo.

§  Los empleados liquidados seguramente no son tan buenos elementos como ellos presumen serlo.

§  La gente que renuncia a su puestos tienen mayor probabilidad de conseguir un nuevo empleo a diferencia de la que es liquidada.

§  Los despedidos no valen nada profesionalmente.

 

Las afirmaciones anteriores carecen de fundamentos lógicos; sin embargo, son comprensibles si la autoestima del empleado despedido se ve afectada al enfrentarse a una situación que consideraba completamente bajo control.

Los departamentos de reclutamiento y selección de personal, así como de recursos humanos, son conscientes de que las empresas requieren candidatos que cuenten con la experiencia necesaria para asegurar su permanencia en el mercado.

Algunos afirman que hoy, una persona tiene alta probabilidad de ser despedido o enfrentar un proceso de recorte de personal al menos una vez en su vida, especialmente entre los 25 y 35 años de edad.  Eso significa que el empleado no siempre es responsable directamente sobre la pérdida de su trabajo, sino que este proceso es más bien el resultado de una serie de efectos globales que enfrentan todas las empresas en el mundo.
En esos tiempos se debe ser consciente de la situación que enfrenta tu país para hacer frente a esta oleada de desempleo. No es válido para el empleado justificar sus acciones para mantener su trabajo vigente, sino hacer el trabajo con la convicción de que la actividad se hace con gusto y con la pasión necesaria.

Cuando llega este momento en la vida laboral de una persona, conviene evaluar a fondo una de las alternativas que se le presenta: emprender, dejar de ser empleado y convertirse en empresario.



 

 

 

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