jueves, 16 de diciembre de 2010

Migración indígena en el Istmo de Tehuantepec

 

Enrique Galván-Duque Tamborrel
marzo / 2005

 

 

Desde las primeras décadas de siglo XX, la afluencia de migrantes indígenas hacia las ciudades meridionales del estado de Veracruz, se ha visto favorecida por la infraestructura y la red de comunicaciones que conecta los dos extremos del Istmo de Tehuantepec.  De ahí que en la actualidad residen cerca de 25 mil zapotecos en el área, quienes representan el 30% de los indígenas de esa etnia, que habitan en la mencionada franja territorial.

Como parte del proyecto Etnografía de las regiones indígenas de México en el Nuevo Milenio –iniciativa del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) — un equipo de investigadores coordinados por el doctor Saúl Millán Valenzuela, se dio a la tarea de conocer la evolución que, a lo largo de un siglo, ha tenido ese fenómeno en el Istmo de Tehuantepec.

En 1938 se construyó la carretera transístmica que conectó a los puertos de Salina Cruz, Oaxaca, y Coatzacoalcos, Veracruz, donde se ubican dos de las refinerías más importantes de PEMEX.  El corredor industrial que marca esta ruta, se prolonga más tarde hacía el área que se extiende entre Minatitlán y Cosoleacaque, poblaciones veracruzanas.

Sin embargo, apuntó el etnólogo, la migración indígena en el Istmo de Tehuantepec se ha desarrollado en distintas etapas de mayor y menor intensidad durante una centuria.  La primera comprende un periodo originario que puede situarse entre la segunda mitad del siglo XIX y que estuvo esencialmente marcada por la construcción del ferrocarril Transístmico entre 1870 y 1890.

Con el descubrimiento de yacimientos petroleros en el sur de Veracruz, a principios del siglo XX, y la fundación de la primera refinería de Minatitlán, hubo una importante atracción de contingentes de mano de obra zapoteca.  Fuentes de la época indican que en ese periodo, la población de Tehuantepec estaba distribuida en más de sesenta oficios.

"Lo anterior, contrastaba con el carácter rural y agrícola que identificaba a los grupos indígenas colindantes, como era el caso de los mixes de Guichicovi y los zoques de los Chimalapas, además de aquellos municipios zapotecos de la periferia.  Entre ellos: El Espinal y Chihuitán, que poseían las mismas características de los anteriores, respecto al mercado de trabajo".

"La segunda etapa se prolongó entre la formación de la primera refinería y la expropiación petrolera de 1938 y la explotación de los yacimientos: Las Choapas y Nanchital.  La antigua migración temporal, se convierta entonces en permanente, y tiene como destino la ciudad de Minatitlán"  

Hacia los años cincuenta, la migración se había traducido en un proceso recurrente y establecido: el emigrante zapoteco ingresaba como empleado temporal, ponía en marcha sus relaciones familiares y de compadrazgo al interior de los zapotecos residentes, y por esta vía pasaba a formar parte de la comunidad del grupo establecido en Minatitlán, mediante la obtención de una plaza permanente en PEMEX:

Esta red solidaria entre paisanos no se explica sin el dominio que los zapotecos ejercieron en el sindicato de la paraestatal.  Ellos fueron capaces de extender el entramado de relaciones el entramado de relaciones regionales gracias a los contactos con los líderes sindicales, lo que con el tiempo permitió formar el Frente Liberal Sindicalista, el cual llegó al control de la organización en 1959.

"Hoy en día, el sindicato está dirigido por hijos de zapotecos, ya nacidos en Veracruz, y las estimaciones más recientes indican que aproximadamente 60% de los empleados de PEMEX tienen ese origen.  A pesar del control que aún mantienen los zapotecos del sindicato, sobre todo en Minatitlán, cada vez se comparte más con los veracruzanos".

La década de los setenta representó la cúspide de la expansión demográfica y laboral de los zapotecos en el Istmo veracruzano.  A partir de esa fecha, el número de sus miembros en la zona significó cerca del 25% de los que habitaban el Istmo Oaxaqueño; 22 mil habitantes de esa lengua indígena residían de manera permanente en las ciudades de Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque.

No obstante a lo largo de los últimos diez años del siglo pasado, la nueva política petrolera se encaminó hacia recortes masivos de personal que inhibieron en buena medida la intensa migración regional hasta el punto de detenerla por completo.  Mientras el panorama veracruzano empieza a dar muestras de agotamiento, Salina Cruz pasa a ser la ciudad de mayor crecimiento demográfico en el estado de Oaxaca.

Explicó además que con una población cercana a los 80 mil habitantes, la mayoría de los cuales se desenvuelven en zapoteco, las ciudades de Juchitán y Tehuantepec han terminado por convertirse en un centro rector, sobre el cual gravitan diversas identidades, formando una estructura dual entre un grupo etnolingüístico mayoritario (el zapoteco) y un conjunto de minorías étnicas.

Por esta vía, la migración transforma el paisaje doméstico de las comunidades zoques, mixes y suaves.  A diferencia de sus coterráneos zapotecos, que construyen viviendas permanentes en Minatitlán, los grupos indígenas subordinados invierten sus ingresos producto del desplazamiento, en la construcción de casas en sus propias comunidades.

Saúl Millán estimó que de cualquier manera, el proceso migratorio hacia un territorio "extra zapoteco" es todavía muy reciente, y es difícil medir sus repercusiones: "Hasta la década de los ochenta los grupos indígenas del Istmo se movieron al interior de un territorio que estuvo marcado por la presencia zapoteca, tanto en el lugar de origen como en el de destino.

"En ambos casos, la migración tuvo como consecuencia la importación de un modelo zapoteco que marcó a las comunidades suave, zoque y mixe.  El fenómeno no alcanza aún a exponer sus repercusiones, que sin duda, en diez años serán más visibles".

 

 



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